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lunes, 29 de junio de 2009

Rabia, celos, dolor...


Rabia, celos, dolor
fuego quemaba mis manos,
mis manos sin control,
deseaba tenerte cerca y
sintieras el suplicio de mi corazón.
Sintieras con un golpe la rabia intensa
que por dentro sentía yo.

Llanto desbordado
Sentimientos sin control.

Rabia, celos, dolor.
Rabia porque te fuiste.
Celos de no tenerte.
Dolor para aprender a olvidarte.

Quise borrarte, destruirte, confundirte,
negarte, dañarte, odiarte...
Quise marcharme, corromperme, olvidarte,
quise todo eso, y sin embargo quise esperarte...

No pudo tu escape hacer
que yo pudiera marcharme, ni corromperme,
ni odiarte.
Mi corazón no pudo olvidarte,
ni siquiera mi cuerpo quiso fallarte.

Rabia, celos, dolor,
ningún sentimiento sin control
pudo encallar ni en lo más profondo de mi corazón.

Rabia, celos, dolor...

...Pobre de aquél que deje vencerlos al amor.


viernes, 26 de junio de 2009

Amarte vale la pena


Amarte vale la pena porque
me haces sentir grande cuando estamos juntos.
Amarte vale la pena porque sé que
no importa el tiempo pasado.
Amarte vale la pena porque un susurro diciendo te amo,
rompe cualquier duda guardada.
Amarte vale la pena
porque me siento mujer a tu lado.
Vales la pena amor porque ahora sé que ya no estoy de paso.
Amarte vale la pena porque el dolor se va
cuando nos fuindimos en un abrazo.
Porque tu pícara sonrisa sabe decirme
te quiero.
Porque una sola caricia
acelera mi ritmo cardíaco.
Porque te extraño aún cuando no te has marchado.

Por todo eso sé que
Amarte vale la pena amor, por eso te amo...

martes, 23 de junio de 2009

Contando cuentos

Este cuento fue escrito en la Corte de Heian por la dama Onogoro:
Hubo una vez un cortesano infiel que engañó a su amante con tres mujeres diferentes en una noche. Una de las mujeres, sirvienta de la señora, se lo confesó llorando, y ésta, que ya había tenido suficiente de las tonterías de su amante, concibió un plan para deshacerse de él.
En la siguiente visita del cortesano, fingiendo una actitud dulce y confiada, ella le rogó que la acompañara a la cámara donde se mezclaban los perfumes, con el pretexto de confeccionar un aroma que fuera exclusivamente de ellos.
El cortesano, que se jactaba de ser un conocedor del arte del perfumista, la siguió ansioso a la cámara de mármol donde hervían los recipientes de las mezclas, largas tiras de hojas de angélica se secaban colgadas y pétalos de vellorita nocturna entregaban sus aceites bajo la presión de grandes planchas de hierro.
Nunca antes había olido el cortesano tal confluencia de aromas y sus narices se estremecieron con la armonía de arvejillas y violetas, de madreselva y bálsamo de limón y jacinto silvestre. Al pasar cerca del mortero tomó entre los dedos una pizca de polvo de nuez moscada y clavo de olor, y aplastó los cristales de la corteza del árbol de alcanfor, recitando, mientras lo hacía, trozos de poemas que le parecían relevantes, porque, debemos decirlo, trozos es todo lo que podía recordar.
Ocultando su desprecio ante tanta complacencia de sí mismo, la dama abrazó a su amante con pasión y le prometió una sensación enteramente nueva. Intrigado, el cortesano fue fácilmente persuadido de quitarse la ropa y tenderse sobre una túnica que su amante había colocado en el suelo.
La dama comenzó con gotas de lirio y clavo de olor sobre las sienes del cortesano, y procedió hacia la blanda hendidura en la base del cuello, que recibió la potente esencia de caléndula. Bajo las axilas puso milenrama y genciana y continuó con sus gentiles atenciones hasta que hubo distribuido fragancias en todo el cuerpo extasiado de su amante.
Sin embargo, lo que la dama sabía es que, tal como un exceso de yin se transforma en el principio yang opuesto, así ciertas dosis de esencias de flores curativas y estimulantes pueden tomar un aspecto negativo.
Una vez más inclinó sus frascos sobre el cuerpo del cortesano, y la mostaza sumió a su amante en una profunda melancolía sin origen, y la mimosa lo llenó de temor a la enfermedad y sus consecuencias, y el pino alerce lo convenció del fracaso, y el acebo aguijoneó su corazón con envidioso enojo, y la madreselva trajo lágrimas de nostalgia a sus ojos.
El brezo, añadido en cierta proporción secreta, exageró al extremo los disgustos más mínimos, y el enebro lo desanimó, y la climátide lo aturdió, y el olmo lo agobió con deficiencias y la manzana silvestre lo convenció de que era impuro. El botón de castaña le provocó el recuerdo compulsivo de sus muchos errores, y el sauce le causó el resentimiento de la buena fortuna del prójimo, y el álamo lo hizo sudar y temblar de vaqas aprehensiones y el brezo lo convenció que su mente fallaba, y la rosa silvestre lo resignó a la apatía, de modo que ya no le importó si vivía o moría, pero hubiera preferido, de una vez por todas, lo último.
Satisfecha de haberlo preparado hasta ese punto, la dama administró dos toques más de manzana silvestre en sus sienes para exacerbar el odio de sí mismo. Desvanecido de desprecio por sí mismo, su amante le rogó que le diera una dosis fatal para pagar así todos sus crímenes contra ella. La dama, viendo al cortesano vencido en sus brazos, se apiadó de su tormento y puso una gota de acónito en su lengua impaciente. Y así murió el amante infiel, desnudo y aliviado, y desde la muerte del mismísimo Príncipe luminoso no hubo otro cuerpo tan fragante en su funeral
.
The Pillow Boy of the Lady Onogoro,
recopilado y traducido al inglés por Alison Fell y Ayre Blower

lunes, 15 de junio de 2009

En un rinconcito

En un rinconcito me quedo yo,
sacando suspiros de mi corazón,
en un rinconcito muriendo de amor,
soñando contigo, mi primera ilusión.

En un rinconcito de un cuarto vacío,
espero a mi amado llorando bajito,
en un rinconcito añora mi alma
el beso perdido que me dabas al alba.

En un rinconcito de tu corazón
hazme cabida, no digas adiós,
vuelve algún día sin vacilación.
Vuelve conmigo primera ilusión.

Te vi partir, dijiste adiós,
adiós pequeñita, te dejo crecer
no puedo tenerte y quitarte el candor,
pureza de niña, ingenua ilusión.

En un rinconcito me quedo yo
llorando por ti, mi primer amor.


sábado, 13 de junio de 2009

Besitos de chocolate

Besitos de chocolate
abrazos sabor a miel,
apretoncitos de algodones,
sabores para tu piel.

Susurros de caramelo
al oído te contaré,
te diré cuánto te amo
al derecho y al revés.

Besitos de Chocolate
por todo el cuerpo te daré,
sintiendo dulcemente que
me atrapas entre tu piel,
que desmoronas todo mi cuerpo
con mordisquitos azucarados,
haciendo explotar mis sentidos
saboreando tu desnudez,
llevándome nuevamente
al paraíso de tu vaivén.

Me pierdo entre las nubes
que me llevan hacia ti,
a besarte nuevamente,
a saborearte con placer.

Te doy besitos de chocolate,
acariciándote otra vez,
diciendo cuánto te amo
al derecho y al revés.

jueves, 11 de junio de 2009

Mi nuevo amor

Que porque te amé como a nadie, creiste que esperaría?
Que porque te lloré tanto tiempo pensaste que aquí estaría?
Lo siento mucho por ti, por el terrible desencanto que te he causado, es verdad te amé, es verdad te lloré, pero él llegó a mi vida, me dijo lo mucho que yo valía, me alentó a rehacer mi vida, me dio una luz de esperanza, sanó la herida que dejaste, lo siento mucho cariño pero tú, de moda pasaste.

Él cada día me conquista con un te amo, sacia mi sed de cariño, llena el espacio que dejaste vacío, me domina con su encanto, me envuelve en su mundo perfecto, me ama sin preguntar mi pasado, lo amo como no te dejaste amar, lo deseo como no te dejaste desear, lo siento cariño pero tú aquí no debes estar, busca en otro sito que aquí nada vas a encontrar, déjame a mí el paraíso que con tu huída él me ayudó a forjar.

martes, 9 de junio de 2009

Carta a mi esposa**

Hola Amor:

Tal vez te parezca extraño recibir una carta de parte mía, puesto que te veo a diario en casa, sólo que quise decirte cuánto te amo de una manera diferente, aunque sé que lo sabes, quiero decirlo nuevamente estoy orgulloso de ti, de la mujer que eres, de la madre amorosa, de la amante perfecta. Sabes amor? siempre pedí a Dios a una mujer como tú, pasaron muchas mujeres por mi vida, profesionistas, hermosas, inteligentes, pero con un corazón frío, y que sólo buscaban su propio bien, pero yo jamás dejé de esperarte, no sabía dónde, ni cuándo, ni cómo llegarías a mí vida sólo sabía que lo harías. No conocía tu rostro, no conocía tu cuerpo y aún así te esperaba.


De pronto un día, recuerdas? Mientras yo renegaba porque el coche se descompuso y no había taxi por el lugar, apareció un ángel, sí amor, eras un ángel, te vi sonriendo con una burla tan sutil hacia mí, porque tenías rato observando mi genio y escuchando las maldiciones que decía por mi enojo, cuando de pronto te acercaste y me sonreíste: "un mal día?"... No supe cómo reaccionar, tu hermoso rostro y esa sonrisa me hicieron desatinar: "sí un muy mal día". Sin embargo amor, esa respuesta tan seca no te alejó de mí, al contrario, tomaste mi mano sin conocerme te acercaste y me susurraste al oído:"no te preocupes, todo estará bien".


En ese momento cariño, supe que eras la mujer que yo esperaba, por eso amor, no te sorprenda esta carta, sólo quise agradecerte todo lo que soy por ti, gracias Amor por existir, gracias por amarme tanto, gracias por esos hijos que con dolor me has dado, gracias mi vida por ser el balance perfecto en nuestro hogar, por levantarme cuando he caido, por abrazarme cuando he sufrido, por hacerme tan feliz.
** para los hombres que aman.